31 de agosto de 2006

Luis Santiago, el motero (Fotos exclusivas para la higuera)

Aunque suene a marketing, siento no poder cubrir las expectativas que la audiencia de este blog pretende. Algunos de vosotros me piden más asiduidad en mis intervenciones.

Uno de los motivos para que no escriba tanto es que poco a poco estoy haciendo más cosas, se me abren más opciones en la construcción de mi vida diaria vietnamita.

Como el fin de semana pasado (26 y 27 de agosto), que nos alquilamos unas motos en Hanoi y nos fuimos al Parque Nacional de BaVi, en la provincia de Ha Tay. Es frecuente en Vietnam poder alquilar unas motos, tipo Vespino adaptadas, o Vespas clásicas, y meterte una excursión más o menos larga. Así, que después de negociar con la gente que alquilaba las motos (siempre hay que hacerlo, por muy barato que pueda parecer el precio), alquilamos otra cooperante, una lectora de español, un trabajador de la AECI, y una voluntaria de la fundación Blue Dragon, unas motos por 6$ 3 días/moto (el precio baja aún más si alquilas por meses o temporadas).




Y en este viaje me he encontrado a mi mismo. Como los japoneses que cuando van a España encuentran su alma flamenca, yo he descubierto que soy un motero empedernido…, pero motero asiático, que tiene una estética y una “filosofía” muy distinta a la de los moteros que se ven en el puerto de la Cruz Verde.

La verdad es que no me veo en la reunión de pingüinos en Valladolid con mi flamante vespino haciendo ruido y derrapes, pero me veo como un gladiador de la ruta, jalonando estas tierras asiáticas a lomos de mi vespino, descubriendo paisajes, y gentes en el Vietnam profundo (o incluso por Laos, que hay planes para un viaje en moto transnacional). La verdad que es una gozada, aunque con las carreteras que hay por acá, la velocidad punta apenas llegue a los 40 Km/hora.

Y ahora que he descubierto que en mi vida asiática voy a ser motero, me gustaría vuestro consejo sobre una duda existencial que tengo. ¿Me compro mi propia moto por unos 900$ o sigo de alquilado por unos 30 euros/mes?. Mis únicos amigos vietnamitas me aconsejan que me compre una, que cuando me vaya la puedo vender fácil. Por otro lado, como no sé el tiempo exacto que voy a estar, y como puedo dejarla en los meses que no la vaya a utilizar mucho, pues no sé qué hacer exactamente. Espero vuestros comentarios.

Por cierto, todas estas fotos van dedicadas al usuario de este blog denominado “higuera”, que pedía fotos mías en motobike. ¡Va por ti tiñoso!.

20 de agosto de 2006

Mis primeras semanas en Hanoi. 3ª parte: Hello motobike?!, Motobike, sir??!!!

Una de las cosas que me estoy mentalizando cuando he venido a Asia (y cualquiera que venga de Occidente creo que debe hacerlo para no sentirse acosado), es que yo acá soy el “chino”, mejor dicho, el “occidental”. Y voy a tener que cargar con este san Benito, que es además real, todos los años que viva en este continente. Así, que es una de las cosas que en estas primeras semanas estoy viviendo.

Desde que sales de casa (o del hotel), en cada esquina, dos o tres “motobikeros” (como llamo a los taxistas de motos, que no es otra cosa que gente que se gana la vida llevando a otra de un lado para otro de Hanoi a lomos de sus motos), te dicen “¡eehh!, ¡eeehhh!, motobike sir?” o el más usado “Hello! motobike?”.


Y además es que los tíos tienen un radar especial porque ya te hacen gestos con la mano para que te acerques cuando todavía estas 50 o 100 metros de la esquina donde están apostados plácidamente a la espera de la clientela. No os creáis que es muy sufrido esto de esperar al turista, porque también les he visto durmiendo en el sillín de la moto con los pies en el manillar, otros conversando con los colegas de profesión, otros mirando a las muchachas que pasan, o a las guiris que se pasean ligeras de ropa. Y a éstas últimas, a veces les dicen algo más de lo que me dicen a mi.

Por cierto, no he visto ninguna motobikera mujer (ya os escribiré sobre el rol de sexos acá, cuando lleve más tiempo y pueda tener más elementos de juicio).


Esto mismo ocurre en el caso de los “Xich Lô” (bicitaxis), estampa tradicional de esta ciudad. Todavía no me he montado en ninguna de ellas, pero tiene mucho éxito entre los turistas. Esta adaptación de las calesas sevillanas parece una opción distinta para experimentar el caos circulatorio de esta ciudad, aunque yo no me sentiría a gusto con que un pobre hombre sudé la gota gorda dando pedales para llevar en “Xich Lô” a una mole como yo.

15 de agosto de 2006

Mis primeras semanas en Hanoi. 2ª parte: Moi!, hai!, Ba! (la pasión por el ejercicio físico)

Si hay otra cosa que me están llamando la atención y sorprendiendo en estas mis primeras semanas en Hanoi, es la pasión, casi la devoción, por el ejercicio físico.

En cada plaza que hay algo de espacio, en cada paseo con acera amplia, en cada parque, se puede ver con los primeros rayos de luz (y sin ellos), y por la noche, hordas de personas practicando todo tipo de ejercicio físico. Yo suelo pasear alrededor del lago de Hoán Kiém. Pues bien, a lo largo del paseo alrededor del lago, puedo ver al grupo de señoras (principalmente) que hacen tai chi, al ancianoo grupo de ellos, haciendo estiramientos que no he visto en toda mi vida, a señoras que hacen la danza ésta de los abanicos (perdonad mi ignorancia, pero no sé cómo se llama), dúos o cuartetos jugando al bádminton con o sin red puesta (y si tienen red, la colocan en cualquier sitio), personas que caminan tipo marcha con un desparpajo simpatiquísimo, al típico atleta en camisetilla de tirillas y pantalón corto machacándose al trote, gente haciendo footing a ritmo pachanguero que yo practicaba….

Pero para mi, lo mejor de todo sin duda es el aeróbic asiático. Esto es digno de verse. Grupos heterogéneos de mujeres (ancianas, jóvenes, de mediana edad, niñitas, adultas…), ataviadas de mil maneras (en pijama, en conjunto de licra ceñido tipo caraqueño, en chándal, en pantalón corto, en ropa de calle), poniendo todo lo que tienen dentro para llevar el ritmo del Cd que les impone a golpe de Moi (uno)!, hai (dos)!, Ba (tres)!...

Y para mi lo realmente bueno de todo ésto, además de que la gente realmente se dedique a cuidar el cuerpo (y posiblemente la mente), es la falta de pudor y de una vergüenza bastante pueril que tenemos por allá. Acá la gente en sus ejercicios no muestran ningún sentido del ridículo porque nadie se va a reír porque alguien (o bastantes) no lleve el ritmo, o porque otros vayan en pijama (esto es buenísimo, ver a la gente en pijama haciendo deporte), o que para nuestra mentalidad, no tenga condiciones o edad para hacer el tipo de ejercicio que hace.

10 de agosto de 2006

Mis primeras semanas en Hanoi. 1ª parte: El tráfico

Si pienso en cómo me he sentido mi primera semana en Hanoi, lo que siento es que todavía necesito más tiempo para procesar y poder transmitir este tsunami de sensaciones que tengo dentro de mí. Así, que creo que lo mejor es decir las cosas y las anécdotas que más me están llamando la atención en esta semana.

Sin duda, una de las características de esta ciudad es el caótico tráfico formado por un incesante, sonoro y desesperante mar de motos que forman un océano donde están inmersos como islotes los coches y las bicicletas. Es incomprensible entender el código por el cual seguramente se rige este caos, que seguramente tiene un orden que todavía no he llegado a vislumbrar. Eso sí, no debe estar muy perfeccionado, porque se produce una media de una treintena de muertos diarios por accidentes de tráfico por acá.

Pero no deja de ser pintoresco ver a toda una ciudad desplazándose en moto de un sitio para otro. La inmensa mayoría sin casco, muchos con mascarilla (no sé si para evitar la contaminación), muchas mujeres bien arregladas y tapadas hasta las cejas (creo que para evitar el sol y ponerse morenas), y otros llevando cualquier cosa inimaginable encima de la flamante moto (un colega me ha asegurado que ha llegado a ver llevar una vaca en una moto, y su record observado son 5 personas en una única moto). Bueno, ¿para que voy a contar?, hay que verlo para creerlo.

Eso sí, me atrevo a hacer la misma recomendación que me hizo un buen amigo sobre esta ciudad (unas de las mejores recomendaciones de viaje que me han dado jamás): si quieres cruzar una calle en Hanoi, tienes que cruzar sin mirar (porque sino, no cruzas, no te atreves), y sobre todo, no te tienes que parar en mitad de la calle aunque veas que se acerca una moto a toda leche (porque el mar de motos ya cuenta con que tu estás cruzando, y si te paras, te llevan por delante porque esto no lo tienen previsto).

¿Pero sabéis que es lo más alucinante?, lo que uno disfruta cuando está sobre dos ruedas dentro de ese mar, bien encima de una moto, bien sobre una bicicleta. Disfruto un mundo agarrando mototaxis (motobikes –totalmente recomendable, aunque no apto para los precabidos-) o siendo una gotita de este océano, como el otro día: en una bicicleta de la época de la guerra, sin frenos, y llevando parte de la mudanza de un español. Me lo pasé bomba.