31 de mayo de 2007

Mi particular despedida de Blanca: los Tay Ban Nha (=españoles) también cuentan

En Vietnam somos aproximadamente un centenar de españoles residiendo parmanentemente, de los cuales la mitad están en Ho Chi Min (Saigón) y la otra mitad vivimos en el norte, concentrados en Hanoi y alrededores. Vivimos nuestro particular "Gran Hermano", somos una especie de familia singular, y algún día os contaré sobre esta experiencia de ser parte de este grupo familiar de no más de 50 españolitos viviendo permanentemente en el norte de Vietnam.
Uno de los momentos más emotivos es cuando uno de nosotros decide que ya su tiempo acá ha finalizado, y tenemos que hacernos a la idea, de parte y parte, que un miembro de la familia deja de estar físicamente entre los demás, porque la verdad es que nunca deja de abandonarnos en el sentido afectivo.
De manera indirecta os he hablado de Blanca, una de las personas más especiales de la familia. Blanquita fue la persona que antes de venir a vivir acá me estuvo pacientemente contestando correo tras correo todas las preguntas que os podeis imaginar que a uno le surgen cuando decide venirse a Vietnam. Ella fue la "elegida" simplemente porque fue la persona que me presentaron cuando vine por primera vez con la gente de la Fundación para la que trabajo. Una vez acá, la verdad es que no hemos tenido una relación diaria, pero si que encuentros azarosos nos ha permitido poder disfrutar de conversaciones realmente inolvidables, humanas y profundas.

Blanca es de estas personas que te encuentras en la vida y que destellan algo especial, algo diferente a la gran mayoría de las personas. Aparte de su inteligencia, su alegría, su carisma, su sensibilidad, y un montón de otras virtudes, destacaría la de no dejar indiferente a la gente que la conoce. Yo nunca olvidaré una llamada que tuve de ella al poco de llegar a Vietnam, cuando todavía vivía en el hotel. Se enteró que me había dado mi brote anual de paludismo, y fue la única que me llamó para decirme que no se me ocurriera pasar una noche más así solo, que si necesitaba cualquier cosa, que no dudara en llamarla. Me hizo sentir por primera vez en Vietnam que no estaba solo.

Blanca empieza ahora otros retos, otros horizontes igual o más apasionantes, después de su etapa indochina. No pude darle mi abrazo acá, pero acá está mi despedida particular. Estoy seguro que ella sabe, que a pesar que un miembro de la familia emigre, siempre tendrá mi amistad, mi cariño, y estaré siempre ahí igual que en Vietnam, porque no depende del lugar físico dónde uno esté, sino de los lazos que nos une, y que permanecerán.

Os dejo de regalo el último de los escritos que ella me dejó para poderlos incluir en el blog.


Hasta pronto Blanca...


HERENCIA DE CULTURAS


Blanca Pérez Lozano


Castellana de pura cepa, nacida entre el frío y el color de las piedras que construyen nuestro románico y nuestro gótico. Acostumbrada a ver una catedral que desde siempre me pareció grande y majestuosa, que parece que nos observa a todos paseando por la plaza, vigilante y tranquila, solo dejando pasar los años, sin perder detalle.
Acostumbrada a ver nuestras procesiones de Semana Santa entre una mezcla de temor y emoción, que me trae a la memoria el color negro, el morado, el retumbar de los tambores.
Acostumbrada a la sobriedad de nuestras misas, a la serenidad castellana en la manifestación de nuestras creencias...
Siendo, en definitiva, hija de una tradicción judeocristiana, no pude evitar un cierto desconcierto al entrar por primera vez en la catedral de Hanoi y encontrarme con la herencia que el paso de tantas culturas, sociedades y religiones ha dejado en Vietnam y, no es que me parezca mejor ni peor, pero, claro... es que una no está acostumbrada a ver a la Virgen María vestida con un hábito de monje budista o a encontrarse altarcillos para adorar a otros dioses al lado de Sto Tomás de Aquino.
Sin embargo, es bonito. Es bonito ir a visitar una pagoda budista en Navidad y que tengan puesto como música de fondo el Villancico de “La Virgen se está peinaaando...” eso sí, en vietnamita, que le da todavía mas salsa al asunto, mientras que la gente medita delante de una imagen que está dedicada a Confuncio.
Es bonito que los que asisten a la mezquita, a la única mezquita que hay en Hanoi, te manden una tarjeta de felicitación por Navidad.
Es bonito que te deseen feliz fin de año el 31 de Diciembre cuando, para ellos, aun no es final de año. Aquí, en Vietnam, se rigen por el calendario chino, es decir, aquí seguimos la luna, en vez del sol y todavía, hasta febrero, estamos en el 2006.
Sé que esta multiculturalidad y multirreligiosidad puede ser en muchos lugares motivo de guerras y controversias, aquí también lo fue en su día, también lo ha sido en España y lo sigue siendo (no hace falta irse más allá de Córdoba para comprobar que lo que digo es cierto), sin embargo, aquí es bonito, aquí es parte de su riqueza.

8 de mayo de 2007

La amistad universal encontrada en Vietnam (The universal friendship found in Vietnam)

...Siguiendo con el tema del día anterior, sobre los vietnamitas y Vietnam.
Creo que es el momento en el que os tengo que presentar a dos personas que han hecho posible que mi vida en Vietnam sea como está siendo, y que son imprescindibles en mi vida actual. Ellos son Minh y Quang, quienes me han mostrado la universalidad de la amistad del ser humano independientemente de culturas y lenguas. Un aprendizaje que ha sido de lo más enriquecedor en el tiempo que llevo acá.


Solo puedo escribir de ellos palabras de gratitud y reconocimiento por la amistad y ayuda que me han mostrado desde el mismo momento que pisé tierras indochinas por primera vez, en marzo de 2006, cuando les conocí. Quang, por entonces consultor independiente que trabajaba para Fauna y Flora Internacional (FFI) y Minh consultora contratada en la Agencia Española de Cooperación Internacional en Hanoi. Les traté realmente poco (un par de días o tres, de los 10 que estuve en Vietnam en aquel viaje), pero me quedó un grato recuerdo.

Pero no me podía imaginar que Quang y Minh se convirtieran en casi "todo" cuando volví para vivir y trabajar en Vietnam, y me han sido de un apoyo que nunca anteriormente había necesitado de nadie, porque nunca me había visto en una situación que toda la vida a mi alrededor me sonara a "vietnamita".

No sé si os habéis puesto en mi lugar, pero para vivir acá (más al principio), te conviertes en un bebé, totalmente desvalido, y que tienes que confiar o depender totalmente de alguien para cualquier cosa cotidiana. Desde comprar un móvil, negociar el alquiler de una casa (no os podéis imaginar de qué manera Minh negoció cada detalle que tenía que incluirme los caseros en mi casa antes de entrar, incluso el nº de almohadas y cucharas), que te expliquen por qué la gente de repente se pone a quemar billetes falsos de dólar en las aceras, a qué es debido el olor tan fuerte que tiene algunas calles que tienen restaurantes, el significado de la "Navidad" vietnamita, llamar a la casa de turismo rural que tengo para decir que voy a pasar algún día, y un montón de situaciones que se dan continuamente.....

Si vas a la estación de autobuses y se te avalancha un montón de gente (cobran comisión por billete de autobús que tu compras gracias a ellos), que te indican que el billete que va al Parque Nacional de Cuc Phuong se compra en ventanillas diferentes, pues solamente tienes que llamar a Quang al móvil para que hable con alguna taquillera, y después él te dice lo que ha hablado con la taquillera para que ella te indique la taquilla correcta si no es en la que ibas a comprar el billete. Si tengo que hablar con mi casero para explicarle que va a venir alguien o que quiero hacer una fiesta en casa, pues llamas a Minh para que le explique al casero que hay una tradición en España consistente que se hace una fiesta a los ancestros en la casa donde uno vive para recordarlos. Que quieres hacer un chimboviaje a algún sitio perdido de Vietnam, pues les llamas para que te averigüen cómo ir, y entonces te mandan un correo con toda la información precisa.

Pero hay mucho más. Quang y yo trabajamos juntos. Hemos tenido que diseñar cosas técnicas, convivir en el trabajo de campo durante días, hacer viajes de trabajo por el norte de Vietnam... han sido muchas horas de terreno y oficina. En el trabajo técnico, pocas veces me he encontrado a un compañero que tenga una visión tan similar del trabajo a realizar (a pesar que uno es de Venus y otro de marte). En el campo, pocas veces me lo ha pasado tan bien (salvo en Venezuela, claro) compartiendo con alguien el contacto y el trabajo con la gente como con Quang. Si tienes que beber xìo (vino de arroz) hasta llegar a la cirrosis total con la gente para poderles ganar la confianza y poder trabajar con ellos, pues Quang te explica cuánto de importante es y lo que significa en algunas minorías étnicas beber juntos, pero sobre todo te hace el "quite" cuando se percata que la gente ya pasa de brindar a intentar emborrachar al "guiri". También, tengo que depender de sus traducciones para saber lo que me cuentan y me dice la gente, por lo que más me vale confiar en él, además que confío en él. Dependo de Quang para saber desde lo que necesita un paisano, cuáles son los problemas que hay, cómo funcionan las cosas en Vietnam, hasta las condiciones de compra que te pone en un concesionario para comprar un coche para el proyecto.













Quang me ha enseñado que el sentido del humor es algo innnato de la condición humana, y no depende de las culturas. Bromeamos continuamente, podemos llegar a tener ataques de risa y no parar. Y como le digo a él, "imagínate si habláramos la misma lengua".... porque el pobre ha tenido que aprender mi particular "spanglish". Tenemos una complicidad inimaginable entre un vietnamita y un tipo de La Adrada.

Gracias a Quang y a Minh, he tenido un hogar donde llegar en Tet ("las Navidades Vietnamitas"), incluso con arrimaos, he tenido llamadas para saber cómo había llegado de los distintos viajes que he hecho, y he tenido alguien que me trae naranjas si estoy enfermo para hacerme zumos y meterme vitamina C para el cuerpo, y he tenido a unos amigos vietnamitas que han agasajado a la Fina (mi señora madre) sin envidiar para nada a la hospiltalidad y cariño criollo del trópico.
En estos días voy a tener la inmensa fortuna de vivir uno de los momentos más felices para ellos, el nacimiento de su primera hijita, un acontecimiento muy especial en la sociedad vietnamita. Sé que en el tiempo que esté en Vietnam voy a seguir compartiendo muchos momentos buenos con ellos, sé que cuando me vaya de Vietnam, parte de mi corazón se quedará con ellos, en la Indochina a la que tanto estoy empezando a deber.