Que «cuando
realmente quieres que algo suceda, el universo entero conspira para que tu
deseo se vuelva realidad», es algo que aprendí hace mucho tiempo, y hoy es
una prueba de ello.
Hace 18 años que fui a Venezuela para
realizar la prestación social sustitutoria y encontrarme con Catuche y su
gente. Tenía entonces 25 años, y no sé por qué, recuerdo que tenía la total
certeza de que ese vuelo me conducía a un viaje que me cambiaría la vida,
aunque no tuviera real conciencia hasta qué punto. Escribí mis sensaciones en
Lisboa con un portaminas en un cuadernillo de campo antes de embarcar en el
avión de la Tap con el que crucé “el charco” por primera vez. Solo dos amigos,
Marcos y Manuel, tenían correo electrónico. Y un pedazo enorme de corazón se
quedó en Catuche y sus gentes para siempre.
Hace poco más de 8 años que me embarqué en
la aventura de irme al Sudeste Asiático. Con la perspectiva, reconozco ahora
que fue una locura: me fui casi como un Francisco Javier del siglo XXI, poco
más que con mi maleta, y el apoyo institucional imprescindible. Nada de
idiomas, ni idea de Viet Nam e Indochina, nada de recibimientos en el
aeropuerto, todo por hacer. Entonces abrí este blog, primero por petición
popular de algunos amigos, después su razón de ser la dio mi hermanín. Además
del blog, todos mis amigos tenían correo. Las montañas de Ngoc Son Ngo Luong y
sus moradores Muong se quedaron otro trocito de corazón.
Hoy estoy a punto de abrir la última etapa (aunque
sea geográfica) que me quedaba: África. El país que la providencia ha elegido
es Etiopía. Esta vez voy con quién me reciba allá, con compañeros etíopes por
conocer y con los que trabajar. El bagaje anterior ayuda, pero no impide que no
se haga en el estómago una bolita imaginándome en qué Africa puede cambiar a un
catuchero en Viet Nam. A saber lo que la vida me depara cuando sea un catuchero
en Viet Nam y ahora en Etiopía. Voy con ilusión, sintiendo que todo lo anterior
era para prepararme para esto. Y también sé que ahí estará ese patrimonio
humano inmerecido que me ha ido regalando la vida, y sin el cual no sacaría
fuerzas para tener esta vida. Y me acuerdo especial de mi hermanín. Quiero
pensar que de alguna manera está leyendo estas líneas. También sé que le gustará
compartir este nuevo bloque de este blog con quién se siente ligada a África, y
con profundas razones para ello.
Y bueno, quisiera despedirme de vosotros
con una canción que me ha estado acompañando e inspirando estos días.
Al partir un beso y una flor
un te quiero una caricia y un adiós
es ligero equipaje para tan largo viaje
las penas pesan en el corazón
más allá del mar habrá un lugar donde el sol
cada mañana brille más
forjara mi destino las piedras del camino
lo que nos es querido siempre queda atrás
un te quiero una caricia y un adiós
es ligero equipaje para tan largo viaje
las penas pesan en el corazón
más allá del mar habrá un lugar donde el sol
cada mañana brille más
forjara mi destino las piedras del camino
lo que nos es querido siempre queda atrás
“Ten cuidado con lo que deseas, se puede
convertir en realidad"
Oscar Wilde