22 de febrero de 2009

Sección mi vida en Hoa Binh (5): Mi peluquería

En Hoa Binh me he convertido en todo un señorito que tiene peluquero y todo. Y es que no hay nada peor que venirse a un país de éstos para convertirse en un burgués, y disfrutar de la opulencia, en mi caso el tener un peluquero propio al que visito en cuanto siento que un pelo me crece más que los demás.
Sin entrar en detalles de la calidad de mi peluquero, lo mejor es ir a mi peluquería, sin ningún tipo de duda. Un sitio con vistas, pero a cubierto.
Siempre, siempre, siempre que voy a la peluquería me acuerdo además de Paco, todo un padre para mi, además del rey entre los "manitas". Estoy seguro que Paco le costar'ia superar al manitas del peluquero, "Mr. Huong".


Mi peluquería dispone de todos los servicios que cualquier cliente refinado puede desear. Dispone de hilo musical (foto abajo derecha), aunque el altavoz hace mucho que dejó de fabricarse para lor ordenadores. El sillón es totalmente regulable para todos los tamaños, razón de esa tabla que cuelga del árbol, ya que se atraviesa entre los barrotes del reposamanos del sillón, y los niños alcanzan una altura óptima para cortarles el pelo. Ni que decir tiene que el reposapies, en forma de gigante cascote de obra es de lo más cómodo.


Si te detienes en la foto de la izquierda, podrás comprobar algunos de los detalles más importantes en cualquier peluquería. Un buen cepillo en forma de "taco de goma espuma" para quitarte los pelos, aunque te dejen pelos de otros clientes (parte superior de la foto). Agua caliente para poder hacer los servicios más delicados, aunque a veces el termo tiene fugas y no mantiene el agua caliente. Y como el sitio es de nivel en Hoa Binh, tiene su propio "bidón de la basura" para arrojar las cuchillas desechables y los papeles (como dice mi amigo y compañero Thien, el que me enseñó esta maravilla de peluquería "el sitio es tan limpio, que usa una cuchilla para cada cliente").




El servicio "extra" de esta peluquería no queda en todo lo mostrado hasta ahora. Tiene agua "corriente" por si necesitas lavarte, por lo que te ofrece generosamente agua de este bidón que cuelga de una tablillla atravesada del porta de la bici (deteneros y deleitaros en el "grifo" del bidón).

Pero ahí no queda todo lo que te ofrece esta peluquería, porque funciona hasta bien entrada la noche para servir a los clientes con jornada intensiva, para ello dispone de una necesaria instalación lumínica, imposible de describir por su impensable sistema.

Y lo mejor de todo es que todo es replegable. Toda la peluquería cabe y se desinstala en una bicicleta. Ya sé lo que todos os estais preguntando, no creais que os dejo con la duda. Precio del corte de pelo: 0,55 cts. de euro.

15 de febrero de 2009

Las vueltas que da la vida

Que "los caminos del Señor son inescrutables" y "las vueltas que da la vida" son dos frases que se oyen mucho es verdad, pero no creo que se le preste demasiada atención hasta que nos pasa en "carne viva".

Desde que he venido a Asia, y ya va para más de dos años y medio, todavía muchas veces cuando logro situarme en una dimensión de observador externo a la realidad que me rodea, me sigue asaltando esa frase tan repetida en mi mente durante los primeros meses "[....] -omito taco porque hay niños que visitan el blog- quién me iba a decir que iba a venir a Asia, que iba a trabajar acá, qué estaría más tiempo en Vietnam que lo que he estado en Venezuela".

Quizás el salto de La Adrada a Ha Noi primero, y después a Hoa Binh ha sido demasiado brusco para un auténtico paisanín del valle del Tiétar como soy yo, pero desde luego que lo di, y llevo dos años y medio. En menos de tres semanas me convertiré en el representante más antiguo de cualquier ONG española en Vietnam.

Y el salto lo di porque me surgió la posibilidad de realizar un trabajo precioso con todo el apoyo y confianza institucional que uno pueda aspirar, pero sobre todo porque aprendí hace bastante tiempo que hacer la vida tan amplia como es nuestro planeta, siempre es un enriquecimiento personal y un aprendizaje impresionante. Solo hace falta superar el vértigo que supone cerrar la puerta de casa e irte solo con tu maleta, y con el acantilado de la incertidumbre en el estómago.

Dos años y medio después de venir, puedo decir que fue todo un acierto este salto, y que aunque sé que el valle del Tiétar me está llamando con fuerza, cada vez más, voy a seguir dejando que la "vida me siga dando vueltas, y que el Señor me siga mostrando esos caminos".