4 de noviembre de 2015

Una hoja del diario de Seru

Mis amig@s saben lo que me alimenta el espíritu, lo que me mueve por dentro, y creo que saben que los paisajes, las noches estrelladas, la naturaleza y los paisan@s de Seru y Bele Gesgar con sus vidas ultra humildes era la ecuación idónea para que yo me sintiera totalmente volcado en este sitio tan inhóspito. Pensaba que yo era un bicho “raro” (tantas veces he oído esta frase sobre mí), pero hace poco me di cuenta que no estoy solo. 

Foto: L. Bailey

Ya en agosto me percaté que Seru no era un sitio sublime solo para mí. Por trabajo estuve acompañado por una persona de la Agencia Española de Cooperación Internacional, y en muy poco tiempo se olvidó del incordio de la inexistencia de duchas, de las poco atrayentes letrinas y de lo limitado del menú, y se dejó cautivas por el encanto de la gente y el lugar. Pensé que sería una “ave raris”. 


La prueba de fuego llegó en octubre, cuando 7 voluntari@s del programa Voluntarios a Terreno de Ayuda en Acción iban a pasar unos días a Seru. Tenía cierta incertidumbre si se adaptarían, si no se les haría cuesta arriba. La respuesta la tuve el día que se fueron. Caras largas, algunas lágrimas, y una palabra incrustada en sus corazones: SERU.

Una de estas personas, sin duda tan “ave raris” como mega híper especial, me regaló una hoja arrancada de su diario. Me parece que lo que escribió en su diario no puede describir mejor los sentimientos que producen este lugar y sus gentes:


… Seru, Seru… Seru, no me canso de decirlo… (…) un lugar en que la gente vive con lo que tiene, y vive sonriendo, aunque lo que tengan sea insuficiente. Insuficiente es la comida, la salud, el agua, la higiene… sobre todo para los niños…. Pero ellos ¿qué hacen? Te dan la mano, buscan tu mirada y sonríen. Se fían de ti, simplemente. No puedo entender tanta vida y tanta alegría en un lugar con tantas carencias… pero no hay que entenderlo, hay que mirar la maravilla de paisajes que les rodean, respirar profundo, y sonreír. Ver un atardecer en el suspiro, pensar que en el próximo paso caerás por el acantilado más bonito que he visto, pasar momentos en la “cocina” con un taburete y calor….todos esos momentos  que ya no voy a olvidar”.

No se puede escribir y describir mejor.Gracias por regalarme tanto en tan poco tiempo.

Foto: L. Bailey
 



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