En la anterior entrada enseñaba todo ufano mi nueva casa en Addis Abeba. Pero lo cierto es que se me tendría que dar bastante pudor, por decirlo finamente.
Lo cierto es que pasó desapercibido para mí las tres o cuatro primeras semanas. Había tantas cosas nuevas, que mi cerebro no llegó a procesarlo. Tuvo que ser una lona rojiblanca (lo cual dice aún menos de mí) la que diera el aviso.
Hay mucha gente, por no decir que incontable, que viven en Addis en una especie de ataud de hojalata, los más refinados con patas de bambú o eucalipto.
Esta "solución habitacional" seguramente es mejor que dormir a la intemperie, pero desde luego a mí me impresiona. Mi curiosidad me ha llevado a observar cómo viven cada inquilino en su casa-ataud.
Apenas hay espacio para entrar en horizontal, utilizando las ondulaciones de la hojalata como "estanterias, para encajar trapos, enseres básicos o bolsas de plástico.
No os podéis imaginar cómo se le queda a uno el cuerpo. Como para quejarse que no se ve la TV por satélite, se va la luz unas horas, o te quedas un día sin agua.
Y lo cierto, como os digo, es que me pasó desapercibido durante unas semanas, como seguramente tantas otras cosas que me harían reflexionar mucho sobre la vida privilegiada que uno tiene.
Lo cierto es que pasó desapercibido para mí las tres o cuatro primeras semanas. Había tantas cosas nuevas, que mi cerebro no llegó a procesarlo. Tuvo que ser una lona rojiblanca (lo cual dice aún menos de mí) la que diera el aviso.
Hay mucha gente, por no decir que incontable, que viven en Addis en una especie de ataud de hojalata, los más refinados con patas de bambú o eucalipto.
Esta "solución habitacional" seguramente es mejor que dormir a la intemperie, pero desde luego a mí me impresiona. Mi curiosidad me ha llevado a observar cómo viven cada inquilino en su casa-ataud.
Apenas hay espacio para entrar en horizontal, utilizando las ondulaciones de la hojalata como "estanterias, para encajar trapos, enseres básicos o bolsas de plástico.
No os podéis imaginar cómo se le queda a uno el cuerpo. Como para quejarse que no se ve la TV por satélite, se va la luz unas horas, o te quedas un día sin agua.
Y lo cierto, como os digo, es que me pasó desapercibido durante unas semanas, como seguramente tantas otras cosas que me harían reflexionar mucho sobre la vida privilegiada que uno tiene.
1 comentario:
En mi viaje a la india recuerdo que una de las cosas que más me golpeó fue el ver este tipo de "soluciones habitacionales" (como tu las llamas) u otras semejantes a base de plásticos en Delhi, muy duro, especialmente cuando los habitantes rondaban la tercera edad o eran madres que cargaban bebes que aún amamantaban en medio del caótico tráfico de la ciudad.
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