Hoy es día de Reyes, y hay un lugar en el mundo en el que una pelota de trapos hace mucha ilusión a los niños que la tienen, y lo que es mejor, se divierten jugando con ella, y parece que además son felices.
Lo cierto es que hay comparaciones que no se pueden hacer, pero no puedo evitar pensar sobre ese misterio que consiste en la "operación aritmética"no resuelta que la suma de cosas materiales no es igual a felicidad por simple adición.
Y lo cierto es que los chavales de Seru y Bele son una prueba de ello. Me he divertido un montón con ellos estos días, especialmente con los "furboleros", que no tienen desperdicio. Nos jugamos una pachanga a mamporros y empujones para patear esta pelota solo homologada en estos lares, que si me hubierais visto cualquiera de vosotros lo mínimo que me hubierais llamado es "abusador". Quizás no soy el más bruto empujando, pero a cualquiera de ellos le saco más de 70-75 kilos. Pero solo verles como gritan y se ríen corriendo detrás de su pelota de trapo, y esperando que vaya yo a lo bruto para patear la pelota, merece la pena vivir la experiencia. Y todo ello mientras cuidan de las vacas, las cabras y las ovejas que tienen que pastorear.
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